No tuvimos ningún problema para llegar, pues llevaba impresos los mapas de la carretera, el mapa del camino al rancho y el del acceso hasta la casa de mi abuela, y entramos sin problema aunque el camino es de terracería y ya tenía varios días de mal tiempo, no había grandes charcos ni lugares en el camino en donde se pudiera atascar la camioneta, todo el camino está empedrado y con leve declive para que fluya y escurra el agua de lluvia, eso si, un lodazal del que no te libras.
Mi abuela y mis tíos ya nos estaban esperando, ya sabían que íbamos nacho y yo, acompañados de tres amigos, todos gays, así que en casa de la abuela, nos esperaban un par de primos no gays, putísimos; yo a veces me quejo porque se me quiebra la mano con gran facilidad, y que la vista me traiciona ante un buen paquete sexual que sobresale en pantalones o pants, en truzas o calzoncillos; y que decir al natural, son mi perdición; pero césar y eduardo son mujeres, lindos, chulos, afeminados, amanerados, que se derriten en tus manos por la menor de las caricias.
La abuela los invitó, a propósito nos preparó un ambiente homosexual, aunque también estaban otros primos y primas, amistades de mi abuela, de mis tíos y mi padre, y a comer, pues era fiesta familiar, el pretexto era conocer al primo Daniel que por primera vez venía a visitar a la familia, aunque mis hermanos mayores, los casados, ya han venido en años anteriores, y por supuesto a conocer a nacho y nuestros invitados.
Después de comer llegó el tío de nacho y su familia, que vive cerca del rancho, fue cuando nos enteramos que no íbamos a estar juntos, nacho y rubén se fueron a conocer a la familia, y rubén me dejó las llaves de la camioneta pues nos dijeron que los chavales y yo nos íbamos a quedar en un caserío como a tres kilómetros más adentro y de preferencia nos quedáramos con el vehículo, por si se necesitaba, al fin que rubén y nacho estaban en el pueblo, y en un par de días ambos irían con nosotros al caserío junto al río.
Mi primo fidel, en verdad lindo y ufff de apuesto, nieto de un hermano menor de mi abuela pancha, chavo un año mayor que yo, le ofreció a mi abuela prestarnos su casa choza típica de la región costera, construida con paredes de tarro recubiertos de lodo, techo de palmas y zacates, con un tapanco en donde el primo guarda parte de su cosecha de maíz y creo que algo de tabaco o ¿será otra cosa?, más otras cosas más que ya no pregunté que eran, y por supuesto que su perro eléctrico del que pronto me encariñe pues me acompañaba y seguía a todas partes, y como no iba a ser, si apenas llegar a la casa de fidel y el primo me llegó con todo, y sin ninguna inhibición les dijo a los chavos que si nos daban un ratito para retozar.
Y cuando me di cuenta apenas tuve tiempo de ponerle el condón y eso porque siempre los llevo con mis identificaciones en la cartera, pero ya mi ropa estaba en el piso revuelta junto con la de fidel, y el primo y yo retozando en uno de los catres de tijera, pinche cachondeada y aplacada de culo rica, que la disfrute como pocas, bueno yo también hice mi parte; así que el perro pues luego luego me olió como parte de la familia.
Esa primera noche fidel se quedó con nosotros, entre él y yo preparamos para cenar a eso de las 8 de la noche algo de tasajo, frijoles recién cocidos, huevos revueltos, chile con queso, tortillas y café de olla.
y a dormir temprano, pues con el mal tiempo no había luz eléctrica, pero si aquel acogedor comal de lámina sobre tres piedras y un fuego que calienta en verdad muy sabroso por las noches, por puerta la choza tiene una cortina de lona que la aísla del exterior; y corriente, el perro que vigila toda la noche. fidel pasó la noche con sergio, miguelón y yo dormimos en otro catre de tijera y cubierta de manta gruesa en verdad muy cómodo.
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