Este es el primer recuerdo que dani ya tenia escrito y preparado para publicar, se llama las buganvilias.
Guillermo
En la puerta lateral de la casa de los abuelos de Lupe, que daba hacia el jardín, y casi llegando a la parte posterior del terreno, había un enorme grupo de bugambilias moradas, que casi rodeaban un pequeño arbusto que nunca vi florecer, solo recuerdo que tenía unas hojas casi redondas con ondas en los bordes, siempre estaba muy tupido de esas hojas especiales y con varias ramas extensas que aprendimos reconocer, pues para poder entrar al enorme hueco que se encontraba al interior del grupo de buganvilias debíamos hacerlas a un lado con suavidad para no fracturarlas.
Aunque las bugambilias tienen unas enormes espinas en sus largos varejones, fue Lupe la que tuvo la idea de utilizar un cuchillo de sierrita para irlas cortando y así, poco a poco logramos poder estar más a gusto en el interior de aquel nuevo escondrijo, que muy pronto se convirtió en nuestro escondite preferido, poco a poco limpiamos de espinas primero una entrada y con el tiempo una segunda entrada, cada una de ellas a los lados de aquel arbusto raro.
El escondite de las bugambilias era enorme y absolutamente hermético, jamás lo descubrieron los adultos, y aunque fuimos creciendo, lo seguimos utilizando hasta hace pocos menos de tres años años, hasta que finalmente destruyeron el jardín para continuar la construcción de la casa que ahora ocupa casi todo ese terreno.
Ese escondite se convirtió en el primer hogar de los tres, fue nuestro primer hogar, allí empezamos a jugar a la casita. Era tan amplio el espacio, que podíamos estar de pie los tres al mismo tiempo y sobraba espacio, poco a poco llevamos algunas pequeñas tablas para utilizarlas como muebles de la casa.
Lupe llevó una de las camas de sus muñecas y así al paso de un año llegamos a tener dos muñecas y un muñeco para nuestros juegos. Sí, allí jugué inumerables ocasiones a las muñecas con Lupe y con Nacho. Claro que jugué a las muñecas en muchas ocasiones, que niño que se sabe niña por dentro no lo hace. La mayoría de las veces yo era el padre de la casa y otras pocas veces era el hijo, hacíamos la comidita para los dos o tres que participábamos en el juego casi cotidiano, pues no siempre era posible jugar los tres.