Nuestra familia, incluida mi abuela, es originaria de allá, en la casa de la abuela pancha viven algunos de mis tíos, dicen que el pueblo es un lugar pequeño, el Rancho tiene apenas unas pocas casas dicen ellos, por lo que me voy a abstener de identificar el lugar, simplemente diré que está situado en la zona norte de Puebla y colinda con el norte de Veracruz.
La neta es que aunque hubiera sabido de la llegada de la abuela, en nada hubiera cambiado mis planes, pues ya tiene varios finde que Nacho está viniendo a casa, y también los miércoles, y se queda a dormir conmigo pues me está ayudando con el rastreo y la organización del blog de las citas gays históricas, así como con la creación y revisión de los recuerdos de nuestra infancia y adolescencia que he estado publicando en este blog; ese es el motivo inicial de éste.
Y parece que ya se va haciendo costumbre en mi vida que los pedos solitos se juntan y cuando menos lo espero ya están hasta organizados los muy ojetes y se dejan venir en mi búsqueda, para joder.
Para las ocho de la mañana del sábado 3, la abuela no solo ya está con mis padres en la casa platicando y desayunando en la mesa de la cocina, lo más usual es que los adultos les da por ponerse a preguntar por sus sobrinos, nietos y demás parentela juvenil e infantil, y efectivamente mi abuela pancha preguntó como están sus nietos, o sea mis hermanos mayores y yo, pero resulta que ya solo estamos en casa los dos menores, Arturo y yo.
Ahora me estoy enterado que mi abuela pancha intervino activamente hace más de ocho años, en la definición de lo que se ha convertido en mi vida, pero hoy por la mañana, yo no sabía eso, es más ni me importaba.
El pedo se arma en grande cuando a mi abuela se le ocurre ir a mi cuarto a ver como ha crecido su Dani.... y la hecatombe.
Abuela pancha junto con mi mamá se aparecen en mi cuarto a esas deshoras de la madrugada de un sábado incipiente, como encuentran cerrada con seguro la puerta del cuarto, pues lo más sencillo en la mente femenina es tomar el juego de llaves de la casa, abren y entran en mi cuarto sin pensar ni maliciar, creo yo.
La escena que contemplan es en apariencia de una tranquilidad y normalidad juvenil cotidiana, en una cama individual se encuentran dormidos Dani y dos de sus amigos de su misma edad, vecinos de la cuadra. Mamá sabe que nos hemos estado desvelando y el porqué, ya que desde chavo tengo por costumbre comentar con ella hasta los más leves detalles de mi diario acontecer, ella así me acostumbró y para mi es algo normal y cotidiano.
El problema comienza a configurarse cuando la abuela pancha decide que quiere ver que tan crecidos están su Dani y sus vecinitos. Abuela y mamá se acercan a la cama y sin contemplaciones simplemente retiran cobijas y sábanas que nos cubren y no se cuanto tiempo estuvieron contemplando aquella escena antes de que nos hablaran o que el frío de la mañana nos hiciera despertar, pues en realidad no se como pasaron aquellos primeros momentos..
Si bien el frio por las mañanas en el Distrito Federal no es es exagerado en estas épocas del año, si lo resientes si te encuentras tapadito y abrazando otros cuerpos juveniles que despiden ricos calores corporales, y más si de repente te ves privado de sábanas y cobijas. En pocos minutos el clima de los más de 2300 metros sobre el nivel del mar de la ciudad de México hace sus efectos naturales, por más benigno que sea el clima, el frío de la mañana te despierta a huevo, y mientras aún permaneces entre los sopores de la desvelada.
Solo alcanzas a preguntar: ¿Que pasa?.