En los últimos 18 días, mi vida pasó de vivir el día a día, a caer en la más profunda de las desesperacones como reacción a la petición de Guillermo de iniciar una relación formal entre nosotros, y finalmente su decisión de hablar con sus padres para hacerme entrar en una cuarentena emocional que se prolongó por casi una semana, en la que estuvimos encerrados, primero fue en su cuarto el fin de semana del 16 al 18 de octubre pasado, y continuó en mi casa desde el día 20 de octubre hasta hoy.
Hoy por la mañana, antes de ir a la misa de todos los fieles difuntos, mis padres se sentaron a platicar con memín y conmigo, el tema, la crudeza de la vida y qué debemos hacer con ella.
Nuestra Luna de Miel debe llegar a un buen fin.
Este asunto que hoy por la mañana nos plantearon mis padres, ya era algo que ya estabamos discutiendo Guillermo y yo desde la noche del viernes 30 de octubre, no porque ese día surgiera el tema de la nada, o por alguna actitud de cualesquiera de nosotros, o de ambos, era algo que todos los días ya estábamos enfrentando, derivado de nuestra propia actitud ante la relación en la que nos hemos involucrado.
Sin embargo fue el viernes por la noche cuando necesariamente tuvimos que tocar el punto referente a la fidelidad total que memín exigió en nuestra relaciónl; de repente se dío la situación de enfrentar finalmente ese dilema, que fue el que me llevó a la desorientación emocional, cuando memín y yo reaccionamos, la evidencia estaba frente a nosotros, era la más esplendorosa turgencia del miembro de memín, que como bobo ya no sabía que hacer frente a las chicas que estaban en el toquín de la noche de las brujas de Tlalpan.
Y como bien lo dijo memín a sus amigos futbolistas, todas estaban uff, cayéndose del árbol como fruta madura, todas buenas, solo a la espera de una buena mano que las lleve a conocer los gozos del amor. Un comentario entre hombres sobre la belleza de las chicas que asistían a la tocada. Fue ese comentario el que nos llevó a enfrentar la verdad a ambos.
Cuando memo reaccionó, volteó a verme, y recordé ese mismo gesto cuando llegó adolorido a casa, buscando consuelo pues había terminado una relación de casi dos años con su chica, porque ella lo celaba. Para mi fue claro que Silvia, su ex chica, no supo entender la claridad y transparencia que trasmitían los gestos de Guillermo, y la pobre chica se metió en un rollo de celos de lo más normal entre mujeres, pero totalmente incomprensible para el pene de un hombre como Guillermo, o el mío, pues cuando algo te exita no puedes esconderlo, la erección es instantánea y exige solución, penetración o masturbación, pues de otra forma te enfrentas a los más terribles dolores de testículos por mantener una erección por media hora o más.
Memín me vió y reaccionó en esa forma tan espontánea que tiene y que me mata, se acercó a mí diciendo alguna tontería, mientras yo sacaba mi cartera dos condones que siempre he procurado traer, por aquello de las cochinas mañas que uno tiene y las oportunidades de fornicar con algún buen trasero masculino que la vida le pone frente a uno cualquier día del año y en el más inesperado medio de transporte, y más en los atestados de la ciudad de México.
Le dí los dos sobres de condones y le dije: ¡Diviertete cabrón, que ya te hace falta. Como continuaba en la indecisión propia de nuestras calenturas juveniles, le dije: Ya vete wey que te bajan a la vieja, pendejo, mañana platicamos sobre ésto; y me di la vuelta para ir con Rubén, Nacho y Lupe, que estaban junto a nosotros, observando la escena.
