Es domingo 20, he vuelto a mi cuarto tras despedir a mi madre y mi hermano que van a la iglesia a la primera misa del día, desde hoy ya no les acompañaré, en la cama memo reposa durmiendo profundamente, por largos minutos observo su rostro tranquilo, su respiración acompasada, alejada de todo y de todos, excepto yo, que soy el único que disfruta de la tranquilidad que emana de memo mientras duerme, aún permanecen en mi boca y garganta la sensación, los sabores y aromas de su semen.
Mientras me pongo mi ropa frente a ella, mi madre me pregunta viendo a memín durmiendo apaciblemente: ¿lo amas dani?. Si madre; le respondo y le digo: Memo me provoca sentimientos y sensaciones como jamás las tuve mamá, de paz, remanso y tranquilidad, de pasión y coraje, es un torbellino que a veces me agobia y me atormenta.
Y ya en la mesa que está en la cocina de la casa, me dijo mi madre que respeta mi decisión de no ir más a la iglesia ni a misa, tal como la respetó cuando un día decidí acompañarla, tal como siempre lo hiciera uno o varios de mis hermanos; yo le respondí: Madre, tu, papá y mis hermanos me hicieron respondón para que no me dejara ofender ni humillar, pero eso no significa que ya no crea, así que ven mamá, acompáñame a rezar un rosario; y concluí: Mamá, desde hoy esto es lo que haremos tu y yo, después de tu misa dominical, tu hijo puto necesita de tus oraciones para redimir tantas tonterías que comete a diario, madre ante todo necesito tu comprensión y tu amor, lo demás sale sobrando.