Voy a mi cuarto y pongo el seguro de la puerta, entro al baño, salgo y me desvisto para acostarme a tratar de descansar un buen rato, pero cuando muevo las cobijas descubro que memín tiene la más extraordinaria de las erecciones matinales que le he visto, su pene está casi pegado al pubis y le cubre la tupida cadena de vello púbico que va de su pubis hasta su ombligo, la profundidad de su ombligo enmarca el glande casi a punto de reventar hermosamente adornado por su frenillo y coronado por una leve gota de líquido seminal que escurre hacia su ombligo, esa gota seminal delata que aquella erección ya lleva un buen rato acompañando a memín en algún sueño erótico, y del cual de inmediato quiero formar parte.
Aquella escena me provoca una erección instantánea y sin meditarlo tomo la crema loción lubricante anal, que está en uno de los entrepaños del librero que está junto a mi cama, y mientras me lubrico y estimulo el esfinter anal para favorecer la penetración, comienzo a respirar muy cerca de los puntos que sé le provocan la mayor excitación a memín, y cuando veo que su piel reacciona y su respiración se acelera, simplemente humedezco mis labios y rozo los suyos mientras me monto en su vientre colocando mi pene a reventar entre sus pechos, cuando creo que ya estoy inmerso en el sueño de Guillermo, él me toma entre sus manos por la cadera y me ayuda a deslizarme hacia su pene mientras responde a mis labios y me besa, y entre beso y beso esboza la más pícara de sus sonrisas.
Cierro los ojos y lanzo una exclamación de satisfacción, y mientras suelto mi cuerpo provoco que memín logre una penetración aún más profunda, memín después me comenta que ya espera esa reacción, dice que es la señal de que estoy a punto de iniciar un orgasmo anal que me llevará la eyaculación, así que me toma entre sus brazos y hace girar nuestros cuerpos hasta que yo estoy de espalda ofreciendo a memín mi intimidad para que él haga un último movimiento de cadera y logre la total penetración.
Así permanecemos unos instantes, unidos en ese abrazo interno e íntimo, y memín inicia la exploración de mi interior con su glande que la recorre de principio a fin, primero con suavidad para luego hacer movimientos más fuertes hasta llegar a ser absolutamente explosivos, y reiniciar el ciclo una y otra vez, mientras yo me pierdo en la pasión de aquellos momentos que se vuelven eternos, me asaltan múltiples reacciones corporales, me invaden las más diversas emociones, siento que mi cuerpo estalla parte por parte, miembro por miembro, y mis músculos anales y púbicos, todos cuantos existen en esa zona corporal juntos entran en un frenesí incontrolable e interminable, hasta llevarme a expulsiones masivas y explosivas de semen.
Para mi, esos momentos más que unos pocos minutos se vuelven una eternidad. Memín me dice que le gusta llevarme a esos momentos, pues mi reacción le arrastra inexorablemente, y mis convulsiones eróticas le llevan a un paroxismo que le provoca una interminable serie de eyaculaciones que no puede detener ni controlar, ya que son mis músculos los que le exprimen hasta el alma, dice que siente como si una gran mano le exprimiera con constantes masajes el glande que termina con una gran sensibilidad al tacto, lo que le hace aflojar su cuerpo sobre el mío y permanecer así hasta que concluye la erección y su pene se retrae.
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