No recuerdo exactamente en que momento fue, pero si tengo muy presente como muy pronto aquella nuestra casita secreta bajo las buganvilias se fue haciendo nuestro principal refugio, cuando nos veíamos para jugar, apenas estábamos unos pocos minutos en el escondite de las hojas grandes, y buscábamos cualquier pretexto para ir de inmediato al escondite de las buganvilias, solo allí nos sentíamos en casa, apenas llegabamos al escondite y ya estábamos en casa.
Y adoptamos la rutina de los adultos de llegar y cambiarse de ropa, pero como nosotros no teníamos ropa de repuesto en nuestro escondite, pues nada más fácil que llegar a casa y de inmediato nos despojábamos de nuestras ropas, hasta quedar completamente desnudos, y empezamos a jugár desnudos a la casita, el hecho de estar siempre desnudo frente a tus amigos, compañeros de juego y esposa e hijo, o padre y madre lo hace a uno ser totalmente conciemte y partícipe de todas las partes del cuerpo, de la piel y las sensaciones que de ella provienen, así como de las reacciones que el tacto sobre nuestra piel provocado por los propios compañeros, y en especial de los aromas más característicos de nuestros cuerpos, así aprendimos poco a poco a conocer los cuerpos y reacciones de los demás compañeros en ese juego de la vida que es la casita..
Creo que es de esa época de juegos maravillosos que me viene o se me desarrolla la extrema sensibilidad que tengo en la piel, desde entonces me es indispensable, me fascina que alguna parte de mi piel este en constante roce con la piel de mi pareja amante.
Allí descubrimos que nacho tenía su pito delgado y largo, mientras que el mio era corto y gordo, y que lupe tenía unos como pétalos de flor, que al abrirlos mostraban algo totalmente diferente, pues hasta mero arriba de su flor, de su rosa que así fue como la bautizamos, Lupe tenía un pequeño botón cubierto por otro como pétalo de la rosa.
El proceso de exploración de nuestros cuerpos avanzó con lentitud, no había nada que lo hiciera indispensable o necesario, pero el diario trato nos fue llevando a conocernos cada vez más profundamente, a saber las reacciones que provocábamos en los otros, y empezar a buscar determinadas respuestas
El clima no siempre es agradable en la ciudad de México, y más en los lomeríos del sur de la ciudad, que con facilidad están entre 2250 y los 2300 metros sobre el nivel del mar. así que permanecer desnudo mientras juegas, se volvió muchas veces un reto que a empezamos a remediar con el uso de las toallas de manos de nuestras casas, que nosotros empezamos a llamar cobijas.
Así, el llegar a nuestra casita y de inmediato estar desnudos se volvió una especie de característica propia de nuestra familia, de nuestro grupo o clan, fue algo que nos unía, que nos hacía parte integrante de nuestra pequeña y particular familia.
Y adoptamos la rutina de los adultos de llegar y cambiarse de ropa, pero como nosotros no teníamos ropa de repuesto en nuestro escondite, pues nada más fácil que llegar a casa y de inmediato nos despojábamos de nuestras ropas, hasta quedar completamente desnudos, y empezamos a jugár desnudos a la casita, el hecho de estar siempre desnudo frente a tus amigos, compañeros de juego y esposa e hijo, o padre y madre lo hace a uno ser totalmente conciemte y partícipe de todas las partes del cuerpo, de la piel y las sensaciones que de ella provienen, así como de las reacciones que el tacto sobre nuestra piel provocado por los propios compañeros, y en especial de los aromas más característicos de nuestros cuerpos, así aprendimos poco a poco a conocer los cuerpos y reacciones de los demás compañeros en ese juego de la vida que es la casita..
Creo que es de esa época de juegos maravillosos que me viene o se me desarrolla la extrema sensibilidad que tengo en la piel, desde entonces me es indispensable, me fascina que alguna parte de mi piel este en constante roce con la piel de mi pareja amante.
Allí descubrimos que nacho tenía su pito delgado y largo, mientras que el mio era corto y gordo, y que lupe tenía unos como pétalos de flor, que al abrirlos mostraban algo totalmente diferente, pues hasta mero arriba de su flor, de su rosa que así fue como la bautizamos, Lupe tenía un pequeño botón cubierto por otro como pétalo de la rosa.
El proceso de exploración de nuestros cuerpos avanzó con lentitud, no había nada que lo hiciera indispensable o necesario, pero el diario trato nos fue llevando a conocernos cada vez más profundamente, a saber las reacciones que provocábamos en los otros, y empezar a buscar determinadas respuestas
El clima no siempre es agradable en la ciudad de México, y más en los lomeríos del sur de la ciudad, que con facilidad están entre 2250 y los 2300 metros sobre el nivel del mar. así que permanecer desnudo mientras juegas, se volvió muchas veces un reto que a empezamos a remediar con el uso de las toallas de manos de nuestras casas, que nosotros empezamos a llamar cobijas.
Así, el llegar a nuestra casita y de inmediato estar desnudos se volvió una especie de característica propia de nuestra familia, de nuestro grupo o clan, fue algo que nos unía, que nos hacía parte integrante de nuestra pequeña y particular familia.
