Afortunadamente empezó una verdadera tempestad que inundó media ciudad de México, igual que como terminó mi fundillo, desbordado y derramando los mecos del memín y de su hermano Nacho. El tremendo aguacero nos libró de que Silvia nos agarrara trepados en el guayabo, cogiendo, con su novio teniéndome ensartado hasta el fondo del culo y bien embarrados del semen entremezclado de los tres participantes en la tremenda e inolvidable cogida que me dieron los dos hermanitos. Los tres terminamos bien batidos y embadurnados de nuestro semen, de los pies a la cabeza; así que nos metimos a bañar mientras la lluvia se convirtió en granizo y ya no intentamos ir al centro. He de confesar que terminé el domingo con mi fundillo bien irritado, por lo que tuve que ponerme en estos días una pomada rectal para las escoriaciones. Y sí, en el Metrobús no hay día que no me cruce con algún portento juvenil, pero de solo pensar en alguna acción me duele todo el culo.
Así las cosas, y regresando al tema de este blog, creo que tendré que hablar con Fer para decirle que lo de nuestras historias en el blog va a ir más lento de lo esperado, pues han surgido algunas cuestiones que modificaron radicalmente las prioridades, las mías por supuesto. Aunque con ésta, ya son 5 entradas publicadas en el blog y ya tengo borradores sobre Fer y Nacho, siento que aún me falta redondearlas y corregir y afinar el énfasis en algunas situaciones y acentuaciones, en especial me estoy extendiendo mucho en los asuntos de Nacho y Lupe, pues ambos son participantes de casi todas las historias más antiguas que recuerdo.