Pues solo alcanzó a decir: ¡Te dio su suspensorio!; ¡ay wey, sí que está grueso el pedo!; ¡Puta Madre!; ¡Me carga la chingada!. Y remató: Y tu ya calma tu pinche calentura pendejo, ¡Ya no mames wey!, ¿qué no ves que ya valió madres todo?.
Y eso me cimbró profundamente, pues aunque yo ya veía venir el conflicto en la familia de Nacho y Memo, ese comentario junto con la cara de entre compulsión e histeria de Nacho, me llegó profundo, el golpe fue directo. Fue en ese momento que comprendí la enorme preocupación de Nacho sobre las consecuencias de las acciones de su hermano y yo; y me derrumbé en ese instante. No pude contener las lágrimas al pensar que mis calenturas estuvieran afectando tanto a Nacho, sobre todo al actuar yo como si no hubiera mayor pedo. No se cual fue mi expresión, pero Nacho de inmediato reaccionó y aunque se acercó a abrazarme, ya no pude contenerme y afloraron finalmente todas las broncas personales de los últimos meses. Empezaron a brotar todos los sentimientos que por varios meses había intentado reprimir.
Es que me aterra el no saber a donde va todo esto wey... y seguí llorando un buen rato hasta que me dormí. Nacho dice que fueron como cinco minutos que permanecí dormido. Cuando desperté me estaba acariciando con ternura el rostro y me dijo: Sabes que te quiero, amor; sí, tanto como yo, nene, le contesté y le dije: gracias por tanto amor. Descansa me dijo antes de besarme con extrema suavidad y ternura. ¡No!, le respondí, lo que necesito es sentirte en mí, que me llenes a plenitud, como solo tu has sabido hacer estos últimos días. Solo si me pones el condón con la boca, me reto. Y me colmó como solo él sabe hacerlo.