Uno de los propósitos más firmes que establecí cuando entre a trabajar, fue mantener apartada la verga y el chiquilín de la nómina y del lugar donde trabajo; el riesgo de mezclar las urgencias sexuales con las necesarias para sobrevivir solo puede terminar en reventar el trabajo, jodido pero al menos trabajo, en estas épocas de crisis cabrona como es ésta en la que estamos apenas entrando. Y tampoco es que se deba o no respetar el trabajo, como luego dicen, nop, creo que es más elemental, no es razonablemente cuerdo arriesgar la menguada entrada de dinero para comer, por un placentero momento, que finalmente en mi caso me es posible obtenerlo en otro sitio, y hasta aún más placentero.
Pero Mister A. francamente me representa un reto cada vez más difícil de sortear sin quebrantar dicha regla.
De entrada, pues el tipo vaya si me desata pasiones bajas y erectas, pero hasta ahora había logrado mantenerme hasta cierto punto tranquilo. Peeero, la carne es débil y tiende a hacer pendejadas seguidas de más pendejadas. No es que ya la haya hecho, pero efectivamente en varias ocasiones las situaciones laborales y conductuales han sido más que propicias para fijar posiciones y lanzar los más claros y contundentes mensajes gays.
Aparte, pues el tipo está más que potable, es bebible TODO él. Es de muy buen ver, atlético aunque no exagerado, amable y accesible, a pesar de tener una Maestría y estar en pleno proceso de su investigación para el Doctorado, no se le sube más allá de la cabeza su posición en la comunidad científica del centro de investigación, y vaya que hay cada tipo que se siente tocado por el mismo creador.
Y se le nota un buen paquete sexual, tiene una mirada verijera y gay bien pesada, ya varias veces le he cachado por los reflejos en los ventanales cuando me está devorando el trasero, y yo, pues me pongo a posar como vulgar nalgas prontas, y para acabar, el tipo anda apenas por los 28 o 29 años, uuuufffff.
o sea que...
