Tengo un recuerdo muy claro de estar los tres de pie y desnudos en nuestro escondite de las bugambilias y Nacho y Lupe, en ese orden, se pusieron en cuclillas para revisar mi pene que por obvias razones, al estarlo manejando entre ambos con las manos, pues que se endurece y se para quedando erecto, lo que hace que Lupe comente sobre aquello, que ahora ya no es posible manipularlo con la facilidad cuando está suave y más chiquito.
Nacho nos enseñó que estando duro es como un chupón con un capuchón natural de piel que al mientras lo chupas lo puedes mover en un sube y baja que pronto me hizo tener mi primer orgasmo por sexo oral, de esos recuerdos ricos pues aún no tienes eyaculación sino solo producción de líquido seminal, que hace más placentera la manipulación y le da un sabor que pronto aprende uno a identificarlo con la persona.
Y Lupe se unió a compartir el biberón que Nacho nos enseño que papá Dani trae para alimentar a sus bebes todos los días, y a subir y bajar aquella piel que aún continuaba adherida a la cabeza de mi pene mediante una suave tela muy fina de piel, que sangró en repetidas ocasiones hasta que fue completamente desprendida de mi glande, dejándolo por primera vez libre y disponible para acariciar los bordes inferiores recién expuestos y pronto descubiertos como aún más sensibles a las caricias que brindan manos, labios y lengua.
En cambio con la picha de Nacho la cuestión fue muy fácil, su pene también tenía esa tela que unía su piel movible con la cabecita de su pene, pero al forzar a su capuchón a descender, éste se fue deslizando con bastante facilidad, sin producir más que unas pocas gotas de sangre, que hábilmente limpié con mi lengua y labios hasta que dejó de sangrar, tal como él habría de seguir haciendo con mi pene hasta conseguir la libertad de aquella cabecita reclamaba.
Así descubrí que su pene entraba completo en mi boca y llegaba casi a mi garganta y me gustó su sabor a veces fuerte por los restos de los orines pero que a la vez le dan su muy particular sabor. Y seguimos avanzando en conocer aquellas partes escondidas por la ropa, esta exploración nos tenía más sorpresas y placeres a los que muy pronto nos aficionamos.
De Lupe también debo decir que yo era el más interesado en descubrir porqué sus partes que eran tan diferentes a las nuestras, así fue como empece a recorrer con manos, labios, lengua y nariz esos extraños labios que se me ofrecían para explorar y descubrir que en su interior había otros más pequeños y carnosos que nacían en los bordes de una abertura y que llegaban hasta un botón situado en la parte de arriba y que está cubierto con una piel muy suave, de sus dos orificios investigué ambos, el de abajo tenía una tela muy fina que casi lo cubría, e impedía explorar con los dedos o la,lengua, y casi junto estaba el otro por el que a Lupe le gustaba orinarme la cara cuando le besaba esa zona, fue así como entendí su funcionamiento y el del botoncito que descubrimos era una parte muy delicada y sensible al tacto, como la cabeza de nuestros penes, y que al tratarlo con suaves y constantes caricias se le ponía tan duro como los nuestros y hacía que Lupe reaccionara igual que Nacho y yo, pronto los tres disfrutábamos retorciendo todo el cuerpo entre convulsiones de placer
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