¡Neta, a los tres los necesito a mi lado!.
Fueron las palabras que memo le dijo a héctor antes de salir del baño e ir a su casa por las toallas grandes, mientras héctor estaba pasmado sin saber que decir y menos aún que contestar.
Así que yo fui el que habló: Que chingón es memo, hace como seis meses, cuando te conocí, le dije que lo gay te brotaba por la piel, que estabas enamorado de él, pero memo lo negó diciendo que eras machín, y ve a memo ahora, preocupado por tu golpe, pero también porque tu sentimiento no vaya a terminar por romper el cariño que te tiene como su mejor amigo.
¿Tu sabías de este pedo?; me preguntó héctor. ¡No!, fue mi respuesta; pero no necesito saberlo, memo te lo acaba de decir con todas sus letras: Neta, los necesito a los tres a mi lado. Y nos dejó para que habláramos, dos putos diciendo sus verdades. Si te fijaste, yo solo le dije: Tápate cariño, y el muy cabrón vió la puerta que yo le abrí, y no dudó en darme un beso frente a ti y en plantarte tremendo beso en la boca, y decirte: No me mandes al carajo, te necesito.
Con suavidad, agua caliente y jabón, empecé a sacar aquella tensión, con gran suavidad y sin ejercer mayor presión poco a poco los músculos se fueron destensando y alineando en la dirección correcta, y las bolas producidas por el repentino tirón van desapareciendo hasta que solo quedan las más grandes, dolorosas y difíciles de sacar.
Y héctor finalmente pudo sostenerse en pie, secarse el cuerpo y apoyado en las muletas logró ir a la cama, para recostarse y yo me dispuse a iniciar un masaje más extenso y profundo ya con la loción milagrosa, qe es muy caliente.