Con mucho cuidado me deshice del nudo en el que estaba trenzado con rubén, y logré salir del catre sin despertarlo ni a nacho, que dormía en el otro lado del catre, me puse mis tenis, camiseta y bermuda, y sali del pabellón y de la casa.
Sentado en cuclillas, abrazando sus piernas estaba un señor vestido de la ropa blanca impecable que usan algunos de mis familiares que se identifican con el pueblo totonaca, sombrero de palma, botines bien lustrados y paliacate rojo al cuello. aquel señor me empezó a hablar en lengua totonaca, la cual yo desconozco total y absolutamente, y con señas me dijo que me sentara como el lo estaba y fue cuando habló en perfecto castellano y me dijo: hola Daniel, yo soy tu tío porfirio, soy primo de tu abuela, ella me pidió que viniera contigo y con Ignacio, despierta a tus amigos para que almorcemos algo antes de ir a un recorrido por los alrededores, para que conozcan un poco más en donde están.
Y seguí comentándole: Su presencia en la casa y aún dentro del pabellón fue lo que me hizo reaccionar que algo quería el perro, pero lo más extraño es que no ladró, ni hizo ruido, como si no quisiera despertar a los demás. Eso que dices es muy cierto me dijo porfirio, ya después vas a entender, pero ahora despierta a tus amigos, que ya viene cristina a preparar el almuerzo, y se puso a platicar con cristina en aquella lengua tan extraña a mis oídos.
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