Junto a la repisa altar, fidel tiene un mueble, como librero con seis entrepaños, en los que guarda infinidad de cosas personales; del lado del fogón, hay unas tablas adosadas a las paredes, en esas tablas están acomodados los distintos trastos y ollas que se utilizan en la cocina de la casa, gran parte son ollas, cazuelas y jarros de barro, verdaderas obras de arte, y las cucharas, palas y cucharones de maderas talladas, burdas pero altamente eficientes y también son bellísimas.
Una mesa rústica de madera con seis sillas completan la mitad de la casa de mi primo fidel.
y sobre todo aquello, el tapanco que me trajo facinado todos los días que estuve alli.
Y aquel ambiente campirano pues de inmediato que me alborota la neurona, y dani luego luego alucinando con escenas prehispánicas gays cachondas. con antecesores danzantes y guerreros, vestidos con sus taparrabos aquellos como las actuales bufandas, con tilmas como las capas actuales; con sonidos de flautines, tamborcillos, caracoles y tambores de cuero y de madera, y amantes guerreros dispuestos a los rescates heroicos.
Y vaya que aún ando con la hormona acelerada sobre esos sueños eróticos que pronto espero ponerlos en claro y en perspectiva histórica correcta y a ver que sale.
Peeero, esos son otros cantares y aún más pesares; es que el ambiente aquel se presta para desbocar la más austera de las imaginaciones, así que yo, pues andaba en el alucine permanente sin necesidad de apoyo de fármacos extraños o de plano... En fin, es que cierras los ojos y de inmediato escuchas como las huestes enemigas están cruzando el río en sus canoas, y los zumbidos de las saetas pasando sobre tu cabeza y al poco tiempo ya estás en medio de una batalla y te captura el más lindo de los enemigos y de pronto aquella batalla no es tal, son los sonidos que estás haciendo fornicando bien sabroso no con el enemigo, sino con el vecino.
Y luego la cruda moral, al recordar que tengo mi proyecto de novela suspendido desde hace más de seis meses
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